La radiofrecuencia, un clásico de la medicina estética, en apoyo de la cirugía

Lo profesionales de la cirugía plástica estética no nos cansamos de repetirlo: una cosa es pasar por el quirófano para someterse a una intervención con la intención de mejorar el aspecto de alguna parte del cuerpo, y la otra es someterse a algún tratamiento en los establecimientos especializados. Médicos y cirujanos del sector compartimos el objetivo de embellecer y rejuvenecer a las personas, pero mediante distintos procedimientos.  Mientras  que una inyección de bótox contra las arrugas del rostro se puede administrar en una sesión de veinte minutos (o menos) en una clínica, operaciones como la liposucción o el aumento de pecho requieren cuidados previos y posteriores.

Sin embargo, no son pocas las veces que el bisturí se complementa de algún tratamiento de medicina estética. Es el caso de la radiofrecuencia monopolar capacitiva reactiva. Esta tecnología INDIBA se emplea para preparar a quienes se van a someter, por ejemplo,  a las intervenciones arriba mencionadas, a un lifting facial o una abdominoplastia, por poner algunos ejemplos. También para ayudarles a conseguir el mejor resultado en el menor tiempo posible de recuperación.

En ambos casos lo logra actuando directamente sobre la zona indicada mediante la aplicación corrientes eléctricas. Como su nombre indica, y frente a la radiofrecuencia  bipolar, emplea un cabezal único mediante el que focalizar la acción en la piel y los tejidos.

Si nos situamos en el periodo previo al quirófano, el tratamiento ayuda a iniciar y activar los mecanismos de reparación antes ya de que se produzcan las incisiones del abordaje quirúrgico. ¿Cómo? Mejorando la textura y la elasticidad de la dermis y los tejidos a través del estímulo de los fibroblastos, queratinocitos y osteoblastos, las células implicadas.

Si nos encontramos ante una piel firme, con buena elasticidad y capacidad de retracción, no serán necesarias las sesiones preoperatorias. En caso de que el cirujano considere lo contrario, el procedimiento se suele llevar a cabo en tres citas, con una semana de intervalo y, muy importante,  entre siete y quince días antes de la intervención.

Tres suelen ser también las citas postoperatorias. En éstas su acción más destacable es su contribución a un proceso óptimo de cicatrización, evitando que crezcan tanto a lo ancho como a lo largo, es decir, que engrosen y se estiren formando lo que se llama una cicatriz queloide. Será aquí también el profesional estético quien determinará cuanto tiempo hay que esperar tras salir del quirófano para recurrir a la radiofrecuencia monopolar.

Otro punto importante es que esta técnica  reduce el dolor y mejora la calidad de vida de los pacientes, ya que disminuyen la inflamación controlada postquirófano. Hablamos aquí de la incidencia del edema o hematoma y de su severidad