Lipofilling, la grasa es oro

La grasa es oro en cirugía. Habréis escuchado esta expresión alguna vez o la habréis leído en alguna entrevista a algún profesional de la estética. La explicación es sencilla. De un lado, es un material que nos sobra en el cuerpo, del que a menudo queremos deshacernos por sus implicaciones  negativas en la salud y en nuestra estética. Queremos adelgazar y que eliminar esos depósitos del abdomen, los flancos y los muslos, pero, por el otro, esa grasa, tratada por expertos, eliminadas sus impurezas es un relleno dérmico de primera magnitud.

 

Mi primer contacto con este material autólogo data de mi época en el tratamiento de pacientes quemados, donde pude comprobar, de primera mano, sus efectos regeneradores en los tejidos. Después, en mi labor estética profesional, empleo la grasa que he quitado al paciente y que he enriquecido con factores de crecimiento y células madre, como complemento en algunas cirugías o como tratamiento estético único.

 

Empezando por este último área, el injerto graso o lipofilling resulta especialmente efectivo en el contorno de ojos, en el labio superior y en las manos. En los tres casos, redensifica, que quiere decir que rellena, aportando volumen, disimulando las arrugas e hidratando el área donde se ha suministrado el producto.

 

En cuanto al lipofilling como complemento o refinamiento en cirugía estética, se emplea para dar ese último retoque en una zona en la que se puede observar alguna pequeña marca en la piel o una pérdida de volumen en el tejido. Me preguntáis muchas veces por su empleo para el aumento de mamas, pero lo uso únicamente para realizar pequeñas correcciones.

 

Os explico el motivo. Al pinchar la grasa en el pecho se trabaja en la zona de la glándula mamaria, donde podrían formarse pequeñas calcificaciones que podrían producir sospechas de algún problema oncológico. Para descartar hasta esas sospechas, que un oncólogo avezado sabe distinguir, por supuesto, no uso la grasa en esta zona. Prefiero que el área quede virgen para su facilitar su examen en las revisiones habituales de la mama.

 

Lo mismo me ocurre en los glúteos, donde hay que inyectar intramuscularmente si se quiere conseguir un volumen considerable. Si se infiltra la grasa en algún pequeño capilar ( esta zona es altamente vascularizada) se puede producir un embolismo graso.
Sin embargo en el rostro es un tratamiento seguro. Sus efectos no sólo son duraderos, sino palpables nada más salir de la clínica. Compensa, en cuanto a costes, duración y resultados. No requiere ningún cuidado posterior, salvo evitar, como siempre, ponerse al sol las primeras horas tras su aplicación.