El lifting, la mejor herramienta contra la flacidez

Cuando hablamos de belleza el envejecimiento suele asociarse a la aparición de las arrugas, que es lo más perceptible cuando se trata del rostro de los demás. Sin embargo, cuando nos miramos al espejo, más allá de esta o aquella línea de expresión que nos va apareciendo en la cara, lo que más notamos es cómo vamos perdiendo firmeza, como se “nos va cayendo la cara”.

 

Es como si la gravedad actuase sobre nosotros a medida que pasan los años, pero no. Lo que ocurre es que vamos perdiendo colágeno y esta sustancia tiene una función primordial, la de ser un pegamento natural que une nuestros tejidos.

 

El colágeno no sólo actúa sobre la armonía del rostro, en el que se va desdibujando el óvalo facial, sino también sobre otras partes de la anatomía.

 

La cara interna de los múslos, el abdomen y los brazos son tres áreas en las que, a no ser que extrememos los cuidados de alimentación y deporte ( y aun así la genética tiene mucho que decir), van a sufrir el mismo proceso natural.

 

El cuándo dependerá de cada paciente, de sus hábitos de cuidado y bienestar y, por lo que respecta al cuerpo, también influirá mucho la labor que se desarrolle. La vida sedentaria es el enemigo número uno de la tonificación y firmeza en brazos y piernas.

 

Las personas más jóvenes, y si hablamos de la cara, pueden ir solventando la ptosis gravitacional con algunos tratamientos de medicina estética que se administran en la clínica y que no requieren ni anestesia ni ingreso hospitalario. Me refiero al ácido hialurónico, el plasma rico en plaquetas y los hilos tensores.

 

Sobre todo los dos primeros, tienen un efecto regenerador y en el caso del PRP ofrece buenos resultados ya que los factores de crecimiento con los que se enriquece la sangre extraída al paciente participan en la síntesis del colágeno y la elastina.

 

Los hilos tensores, en concreto los espiculados, tienen la función de sujetar, una vez colocados en la trama del conjuntivo.

 

Sin embargo, una vez llegados los 45 o los 50, estas soluciones se ven en insuficientes para frenar la caída. Es entonces cuando hay que recurrir al lifting, ya sea lifting facial, lifting de muslos o de brazos.

 

En el primero de los casos, se trata de una intervención de recolocación de los tejidos, con anestesia e ingreso hospitalario, pero con unos resultados notables y un efecto duradero.

 

En los brazos, la base del tratamiento en quirófano consiste en la extracción de la grasa mediante cánulas, igual que en el abdomen con la liposucción, y ,un posterior retensado de la piel. Las incisiones a realizar dependerán del acúmulo de grasa de la paciente.  Esta cirugía estética recibe el nombre de braquioplastia.

 

Por último, el lifting de muslos también se ocupa de retirar el exceso de grasa y piel. Las cicatrices pueden localizarse en las ingles o en el propio muslo. La operación se denomina cruroplastia.