Injerto graso, el relleno ideal para los pómulos

No deberíamos renegar de ella porque es uno de los mecanismos que asegura nuestra supervivencia. La grasa es una manera que tiene nuestro cuerpo de “hacer despensa”, es decir, de almacenar energía para  mantenernos vivos según nuestras necesidades. Como se suele comentar, lo que no se gasta se acumula y de ahí que ese almacén de energía se vaya transformando en los conocidos michelines, lorzas, flotadores, cartucheras, etc. De ahí la expresión “quemar la grasa” activando nuestro organismo, empleando esos recursos energéticos propios, haciendo deporte, en definitiva.

Ocurre  que si no tenemos el hábito de la actividad física seguimos acumulando y acumulando, máxime si nuestra alimentación no es saludable. Si ingerimos un elevado número de calorías, si estas proceden de hidratos y azúcares, y pasamos mucho tiempo en el sofá, la grasa va ganando terreno.

El abdomen es su parte favorita, tanto en el hombre como en la mujer. La papada del varón es un peligro a partir de los cuarenta y la cara externa de los muslos en la mujer puede aumentar de volumen a cualquier edad.

¿Qué hacer? La respuesta es sencilla cuando se quiere y se puede: una liposucción y fuera grasa. Es una de las cirugías más practicadas en todo el mundo y consiste en extraer la grasa del cuerpo mediante un sistema de cánulas.

Nada nuevo hasta aquí, sólo que antes esta grasa se tiraba. Ahora se recicla para embellecer, para retocar, para modelar. El oro líquido del quirófano la llaman los cirujanos estéticos. ¿Por qué? Por ejemplo, porque gracias a ella puedes rejuvenecer diez años, porque no sólo rellena, sino que también estimula.

¿Cómo? Haciéndote un lifting graso o lipofilling. Con la grasa extraída del glúteo o el abdomen, las partes más comunes, el profesional estético trabaja para dar volumen, tersura y brillo en las zonas del rostro más ajadas. En nuestra clínica la empleamos en los pómulos, que se destacan,  marcan mejor sus ángulos y la cara se percibe como más joven y fresca. Es un recurso al que acuden muchas famosas que suelen aparecer en sus películas, series o programas de televisión radiantes, como recién operadas. No, no es cirugía, es un injerto graso facial.

Es grasa que, una vez extraída,  se ha limpiado, ha pasado por un proceso de centrifugado y en la que se han separado los fluidos de los adipocitos.

Este material también se utilizar para retocar el contorno de los ojos, y “ofrece unos resultados excelentes” como complemento a una cirugía de los párpados o como tratamiento per sé.

En las manos  el acabado es muy bueno, aunque muchas de estas profesionales de la imagen se olvidan de esta parte del cuerpo y, mientras vemos un rostro joven, las manos —con arrugas y la vena marcada— delatan la edad.

Es posible aumentarse el pecho con grasa, pero depende del volumen. Si el propósito es ganar mucha talla, las prótesis son la solución. La grasa  “no ofrece un buen resultado en la parte superior del pecho” y, además, el organismo la va absorbiendo con el tiempo. Habría que volver al quirófano cada cierto tiempo, con lo que la solución no sería práctica ni económica.

Eso sí,  la grasa es radiológicamente transparente, es decir, que, al igual que las prótesis de mama,  no modifica el resultado de una mamografía. Si es cierto  que  al pinchar la grasa en el pecho se trabaja en la zona de la glándula mamaria, donde podrían formarse pequeñas calcificaciones que podrían producir sospechas de algún problema oncológico.

Para evitar cualquier confusión la mejor indicación es la del rostro, donde se  consiguen los mejores resultados, en una belleza natural y sin estridencias.