- Martes, 1 de marzo del 2016
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- Publicado por: Martín Anaya
He leído que el 80% de las personas padecemos acné en algún momento de nuestra adolescencia y juventud, pero que, mientras que en el caso de los hombres sólo persiste en la edad adulta entre un 15 y un 20%, en el de las mujeres es algo común que os acompañe casi hasta la cuarentena. Estaréis imaginando que esta mala fortuna se debe, una vez más, a las hormonas femeninas, que tanta lata dan y que participan en casi todos los problemas de la piel y del peso de los que venimos hablando cada semana.
Sí, el desarrollo sexual es la causa principal de su aparición, pero luego tenemos que tener en cuenta otros factores relacionados con vuestra sexualidad y /o reproducción como la menstruación, el embarazo, el parto, postparto y lactancia.
También influyen los factores hereditarios y el sobrepeso, directamente relacionado con la alimentación. La incidencia del estrés no está tan clara, pero la ansiedad y los nervios siempre nos llevan a tocarnos los granitos, a infectarnos la zona y a hacernos muchas veces heridas y hasta cicatrices.
Hoy día existe un amplio abanico de soluciones para poner freno al acné. Si los factores orgánicos que lo producen no cambian, los granitos no van a dejar de salir, pero sí está en nuestra mano eliminarlos evitando que dejen cicatriz.
El dermatólogo te diagnosticará el tipo de piel y te indicará el tratamiento adecuado. Es muy importante en todos los casos la limpieza del rostro, sobre todo la vuestra, porque se da el caso de que algunos maquillajes taponan los poros, ya de por si recubiertos de la grasa propia de las glándulas sebáceas. La zona debe estar aclarada, no lo olvidéis. Luego, según el tipo de piel, el producto para limpiar será de un tipo u otro.
Una vez que ya nos ha brotado el acné, lo importante es no tocarse, por supuesto, no explotar la lesión. A veces se hace incluso sin darnos cuenta . Poco a poco vamos dejando la cara llena de cicatrices y cuando nos queremos parar ya es tarde.
Los remedios van desde antibióticos, si hay infección, tratamientos vía tópica y oral, cremas específicas, pastillas y medicina y cirugía estética para eliminar las cicatrices. En este último estadio son tres las técnicas que ofrecen buenos resultados: microdermoabrasión, dermoabrasión, y láser.
La primera es una técnica rápida, que se realiza en clínica y cuyas sesiones no duran más de veinte minutos. Es indolora y consiste en aplicar un tubito sobre el que circulan partículas que trabajan exfoliando la piel.
El láser es también muy poco invasivo, ya os he hablado varias veces de él. El tratamiento, micro columnas de luz dirigidas por escáner a la piel, es indoloro y se realiza en consulta. La incorporación a la vida habitual es inmediata, aunque hay que seguir un tratamiento posterior con cremas hidratantes y protección solar.
Por último, la dermoabrasión entra en el campo de la cirugía plástica y , por lo tanto, del quirófano. Puede llegar a durar una hora y media y consiste en la eliminación de la capa superficial de la piel con un rodillo que lleva partículas de diamante.