- Miércoles, 18 de octubre del 2023
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- Publicado por: Moisés Martín Anaya
En belleza podríamos decir que el tiempo pesa, porque los tejidos tienden a caer con el paso de los años, sí o sí, en mayor o menor medida, según el estilo de vida y la genética de cada persona. La mujer madura es la gran perjudicada por la flacidez, que se debe a que el tejido conectivo deja de cumplir con éxito su función; unir los órganos y los tejidos del cuerpo.
En el tejido conjuntivo se encuentra otro elemento muy mencionado en belleza: los fibroblastos, unas células que sintetizan el colágeno y la elastina. Y así es cómo llegamos a los verdaderos reyes de la firmeza. El colágeno se ocupa de la densidad y la fuerza de la piel, mientras que la flexibilidad llega de la mano de la elastina. Con el paso del tiempo vamos dejando de producir ambas sustancias, a la vez que la vascularización para reparar los tejidos va perdiendo su eficacia. Al mismo tiempo se debilitan los ligamentos que sujetan los tejidos blandos del rostro, los huesos van perdiendo densidad y se van encogiendo, mientras disminuye la grasa facial.
¿Y cómo tratar la flacidez del rostro? Te lo contamos.
Estos aspectos nos hacen perder volumen en el rostro y presentar un aspecto algo fofo y descolgado en algunas zonas. Las más perjudicadas por esta gravedad son el mentón, donde cae el tejido, pudiendo llegar a producir, si además hay grasa depositada, la forma de la papada masculina.
Los párpados, sobre todo el superior, también sufren la gravedad y ofrecen un aspecto de mirada cansada, algo triste. Los pómulos, en tercer lugar, pierden definición, presentando la cara sin volúmenes, como plana.
Por supuesto, estamos definiendo una cara en la que el tiempo ha obrado a su antojo, sin que se hayan tomado soluciones para disimular el famoso descolgamiento. Como dicen de las brujas, «haberlas haylas», pero hay que ponerse manos a la obra pronto, puesto que, por ejemplo, si quisiéramos hacernos un lifting facial en quirófano quizá a partir de los 65 no nos sirva de gran ayuda, puesto que a esa edad la capacidad de retracción de la piel es muy poca.
Así pues, vamos a tomar medidas a los 30 antes que a los 40. A los 20 nos bastará con una buena alimentación y una buena higiene facial. Las jóvenes no necesitan rellenos ni retoques, siempre que no se encuentren ante un complejo que suponga una merma para su autoestima y que les impida hacer su vida con normalidad.
Situándonos pues en los treintaytantos, vamos proponeros distintas soluciones, empezando por los tratamientos en clínica, es decir, para los que no necesitas entrar en el quirófano.
La recomendación número uno es el injerto graso facial, con el que, mediante una inyección de tu propia grasa, extraída, por ejemplo, de tu abdomen y luego centrifugada, vas a recuperar volumen, firmeza y, por lo tanto, juventud. El efecto se logra gracias a la alta concentración de células madre que tiene el preparado.
Este tratamiento es ideal para los pómulos, ya que se marcan, se destacan, ofreciendo el tan de moda efecto contouring.
La inyección de grasa autóloga es, sin duda, el mejor relleno facial para luchar contra la caída. También se emplea el ácido hilaurónico, esto es, la infiltración de diferentes densidades del producto para voluminizar y ofrecer un aspecto elástico.
La duración del efecto lifting del injerto graso es de un año, la del ácido hialurónico de unos seis meses, lo mismo aproximadamente que la de los hilos tensores, una solución menos demandada y que consiste en introducir en la dermis hilos de polidioxanona con un doble objetivo: sujetar el tejido y fomentar la producción de colágeno.
Así pues, y aunque resulta inevitable, la flacidez se puede prevenir. Pero, sobre todo, tratar. La fórmula ideal con resultados duraderos y naturales es el lifting cérvico facial, del que os hablaremos otro día.