Vuelve el full face; tratamientos para la puesta a punto del rostro

Dos años con ellas. Las mascarillas, que nos han acompañado y tanto nos han ayudado en la prevención y el contagio del covid. Se van marchando de nuestras vidas, con excepción de algunos lugares públicos. Siguen siendo obligatorias, por ejemplo, en el transporte y en los hospitales, pero, si todo va bien, nos irán dejando definitivamente.

Vuelve pues, el full face, que traducido al castellano, quiere decir algo así como el rostro en su totalidad, y si nos introducimos en el terreno de lo estético nos lleva a la recuperación del tercio inferior de la cara, que hemos tenido algo olvidado estos meses.

Durante la pandemia, ha triunfado la mirada y con ella los tratamientos para embellecerla; dotarla de luminosidad y darle un aspecto más joven. Llega ahora el turno de la boca, pero más allá, del contorno facial al completo y de todas las posibilidades que le brindan los profesionales de la estética.

Si el cansancio se nota en los ojos, los años se pueden apreciar en la boca, que pierde proyección, volumen y color. La solución más completa  es el lifting de labios, el lip lift, una técnica sencilla que consiste en acotar la distancia entre la base de la nariz y el labio superior, que se eleva ofreciendo un aspecto de juventud y frescura.

Pero no hay boca joven sin color. Los labios se van modificando sus tonos de rojo, del bermellón al coral, a causa de la pérdida de colágeno. El remedio es la inyección de Plasma Enriquecido en Plaquetas que no restituye esta valiosa sustancia orgánica, pero que, al ser material autólogo, induce a su producción.

El ácido hialurónico de distintas densidades se va infiltrando en los labios para devolverles la forma perdida, y también se usa para disimular las arrugas peribucales, esas marchas que salen sobre el labio superior y que son uno de los grandes enemigos de la belleza facial femenina.

Para esta zona,  recomendamos el injerto de grasa del propio paciente. Es más efectivo,  y no necesita reponerse a los seis meses, como ocurre con el ácido hialurónico. En algunas ocasiones, puede tratarse de un tratamiento definitivo.

La grasa que se extrae, por ejemplo, del vientre o de los llamados flancos de un paciente, sirve también para marcar los pómulos. Pinchar grasa en esta zona, vital en la belleza del rostro, regenera y rellena. El resultado es natural y duradero.

Y, por último, y si después de tantas conferencias on line, de los meses largos pasados con la cara tapada ahora nos vemos con la cara gordita, o sea, con mofletes, debemos preguntar por la bichectomía. La extracción de las bolas de bichat  se hace en una cirugía estética, “de abordaje intrabucal que retira los acúmulos grasos situados entre el pómulo y la línea mandibular”.

El rostro resultante gana en elegancia, puesto que se han estilizado y definido las formas. Las de la mandíbula, que se desdibujan con el paso del tiempo, y tienden a ser presas de la flacidez, se marcan de nuevo con un clásico del bisturí: el lifting facial, recomendado a partir de los 50 años. De los 45 en casos particulares.