- Jueves, 2 de diciembre del 2010
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Debemos asumir el envejecimiento como lo que es, una consecuencia natural del paso del tiempo, que se produce de forma progresiva a partir de los 25 años y sólo se detiene en la estación final, cuando el tren se pare y nos toque bajarnos.
Las secuelas de este proceso natural, que se hacen especialmente patentes en la cara y en el cuello en forma de pliegues y surcos faciales, pueden manifestarse antes o después, dependiendo de nuestro tipo de vida y alimentación. Por ejemplo, la exposición prolongada al sol y el estrés de la vida cotidiana son auténticos aceleradores de este proceso.
A partir de los 25 años empiezan a aparecer las primeras arrugas, las de expresión. Las más importantes son las patas de gallo, las horizontales de la frente, las verticales del entrecejo y las que salen alrededor de la boca. ¿Tan pronto? Son la consecuencia de la contracción repetitiva de nuestros gestos: reír, hablar, gesticular en general. Aquí los músculos son de importancia capital. Al contraerlos, establecen unas líneas de fuerza en la piel de la cara y provocan sus arrugas. De tanto repetirlo, se quedan marcadas en la frente, alrededor de los ojos y alrededor de la boca.
A partir de los 40 ascendemos de categoría, y a las arrugas de expresión se suman las gravitatorias, más vinculadas a la edad. Se deben, realmente, a un envejecimiento de los tejidos. Aquí participan la piel, la grasa y el músculo. La piel ya no es tan consistente, se vuelve más flácida, pierde su sostén habitual y cae por efecto de la gravedad; el efecto es más relevante sobre las prominencias óseas, como la órbita, los pómulos y la mandíbula. La capa grasa disminuye y la que queda se desplaza y acumula en las partes bajas de la cara. En cuanto al músculo, no ocurre como a partir de los 25 sino que ahora se manifiesta una pérdida de tono y masa muscular; esto lo hace ser más delgado, sin los relieves de antes, y más flácido, por lo que se alarga y se descuelga. En este periodo también hay cierto descontrol en las células que “viven” en la piel, como los melanocitos y las células vasculares, que provocan manchas oscuras y pequeñas manchas rojas, respectivamente.
Es evidente que a la mayoría este cuadro no nos gusta, y el siguiente paso es buscar un experto que nos borre esos nuevos trazos que emborronan nuestra imagen anterior.
Los avances en medicina estética para el tratamiento facial van a velocidad ultrasónica. Tenemos argumentos para tratar los cambios en la piel mediante láser, peeling, bótox, rellenos cutáneos, radiofrecuencia… Todos ellos son tratamientos que están revolucionando el tratamiento del envejecimiento facial. Las manchas cutáneas y las pequeñas varículas se eliminan de forma efectiva mediante láser; para los cambios grasos de la cara, desde hace mucho se han utilizado microinjertos grasos que devuelven la forma perdida… pero ¿y para el músculo? ¿Qué hay para el músculo que sea realmente eficaz?
Cada nueva tecnología que se incorpora para los tratamientos faciales viene acompañada de un despliegue publicitario que deja pequeño al anterior, sus comerciales la presentan como la auténtica revolución. Ejemplos hay de innovaciones que no hemos introducido en nuestra clínica tras estimar que, bien por sus efectos secundarios o bien por el resultado efectivo del tratamiento, no cumplían nuestras expectativas ni las que estimamos que tienen nuestros clientes.
Ahora, por fin, hemos dado con un tratamiento que permite corregir el envejecimiento del músculo facial. En la línea de los últimos inventos del siglo, nos presentaron ULTIMATE como el equipo más innovador en el avance de la tecnología médico-estética de tratamiento de rejuvenecimiento no invasivo. Nos dicen que combina las microcorrientes galvánicas de alta frecuencia y baja intensidad, la estimulación de las capas externas mediante ultrasonidos, la fototerapia LED de luz pura roja y azul y el sistema de dermoabrasión orbital.
Mucha terminología complicada para el paciente, de entre la que destacamos que se le va a aplicar una microcorriente eléctrica que simula electricidad. Se trata de tan sólo un millonésimo de amperio, que es imperceptible por los sentidos; lo único que experimentan la mayoría es un sabor metálico en la boca.
Nos explican que es el resultado de veinte años de investigación médica, la evolución de un sistema inicialmente utilizado para tratar a afectados de parálisis facial. En estos pacientes se observó que el lado afectado de la cara, al ser tratado, quedaba más levantado que el no afectado. También se ha utilizado en unidades de quemados de hospitales para la recuperación de tejidos, en centros de alto rendimiento para tratar lesiones musculares deportivas…
El principal efecto visible, según nos explicaron en su momento, es que reeduca los músculos faciales hasta recuperar su posición original, mejorando el óvalo facial en pequeños descolgamientos de piel, eleva la ceja caída y disminuye las arrugas alrededor de los ojos causadas por el músculo orbicular porque estimula el tejido muscular, devolviéndolo al sitio anterior a la pérdida del volumen y tonicidad.
El resto de efectos secundarios beneficiosos se lo ahorro porque sigue el patrón de las presentaciones de equipos anteriores.
Para confirmar sus excelencias, programé una sesión en la clínica en la que el primer paciente, como debe ser, fui yo mismo. Las dudas que tenía desaparecieron en cuanto terminé la sesión y me miré al espejo. Al día siguiente le dimos la bienvenida. ULTIMATE está ya con nosotros, a vuestra disposición.