- Viernes, 20 de noviembre del 2020
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- Publicado por: Moisés Martín Anaya
No son muchos, pero es cierto que existen adolescentes y jóvenes que se interesan por la cirugía estética como una forma de resolver algunos problemas. Hablamos de complejos, inseguridades o ausencia, por ejemplo, de la autoestima necesaria para hacer frente a las relaciones sociales. Estas emociones o pensamientos pueden estar sustentados o no por un problema físico, de mayor o menor calado.
Lo cierto es que la exposición mediática de la cirugía estética, que se ha popularizado en las últimas décadas, y su acceso a mayor porcentaje de la población ha facilitado que los mensajes de cambio físico se relacionen con mayor bienestar personal. Ellos, los más jóvenes, reciben toda la información a través de las redes sociales, y la relativa a la estética no iba a ser menos. Es más, en realidad, gracias a las posibilidades visuales que ofrecen ciertas aplicaciones digitales.
Así las cosas, muchos padres necesitan datos y el respaldo profesional de los cirujanos plásticos, estéticos y reparadores, casi siempre paralelo al de psicólogos y educadores, para dar respuesta a sus inquietudes.
Lo primero que tienen que saber es que los dieciocho años, la mayoría de edad legal, es la recomendada para realizarse una operación, como por ejemplo un aumento de pechos. Otra edad, la sanitaria, está fijada en los dieciséis, por lo que los menores no necesitarían autorización de sus padres para entrar en un quirófano y hacerse la misma operación.
En ninguno de los casos, si seguimos hablando del aumento de pecho, que es la cirugía estética más aspiracional para las chicas jóvenes, se trataría de un procedimiento recomendado cien por cien. Por supuesto, a los dieciséis años, la paciente encontraría todas las trabas legales y médicas para someterse a la cirugía, por carecer no sólo de la falta de desarrollo físico, sino, sobre todo, de maduración personal. Por lo tanto, de no tratarse de problema excepcional, no encontraría a alguien que le quisiera operar.
Si hablamos de una chica de dieciocho, la mayoría de los profesionales le van a recomendar que espere, porque es una edad temprana para el desarrollo del pecho femenino.
Otra cosa es que estuviéramos hablando de alguien con un grave complejo físico por no tener pecho, de una joven con problemas para tener pareja por este motivo o que ha sufrido y sufre burlas por ello. Entonces, los profesionales y los padres debemos poner en la balanza unos y otros aspectos, y en la mayoría de los casos, salvo problemas médicos, se recomienda operar.
Igual ocurre con la otoplastia, una cirugía estética que se realiza en niños, porque el tener unas orejas grandes, de soplillo, en definitiva, desproporcionadas o despegadas suele ir acompañado de burlas escolares y los chavales lo pasan muy mal. Es una cirugía sencilla que no requiere hospitalización.
En cuanto a lo demás, hablando a nivel estético, no reparador, suele acudir a consulta alguna chica que se quiere operar la nariz, que es un motivo también de disgusto con el físico propio. Lo puede hacer a partir de los dieciocho años, pero la recomendación en este caso es acerca de las posibilidades de tener que volver a entrar en el quirófano por segunda vez.
La cirugía secundaria de nariz es bastante común por la evolución propia del cartílago, por problemas de cicatrización y también por alguna alteración en el tabique que no sea del gusto estético del paciente. Hablamos del eje del rostro, en el que está basada toda la armonía. Un paciente descontento con su nariz estará descontento con su cara, por lo que es habitual, como digo, la rinoplastia secundaria.
Por lo demás, mucho ruido mediático, pero pocas nueces quirúrgicas. No se regalan cirugías estéticas a menores en puestas de largo, ni se imitan las caras de los famosos en chicos y chicas menores ni de mayoría de edad recién cumplida. Los profesionales somos rigurosos con los actos médicos y protegemos a los menores en el ejercicio de la sanidad, pero también desde un punto de vista ético. El que nunca debe faltarle a la estética.