- Viernes, 20 de enero del 2023
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- Publicado por: Moisés Martín Anaya
Entrar en un quirófano siempre conlleva sus riesgos. De ahí que se realicen pruebas preoperatorias comunes antes de hacerlo. Esto no tiene que ver, sin embargo, con las noticias sobre muertes en cirugía estética. Por desgracia, estos sucesos encuentran su origen en mala praxis profesional, la suplantación de credenciales (hacerse pasar por cirujano plástico cuando no se es) y por operar en lugares no homologados, sin los recursos ni los profesionales sanitarios preceptivos.
Es fundamental que la opinión pública conozca estos hechos, por lo que siempre os recordamos que la seguridad en cirugía estética comienza con la información.
- Información, Información e Información
Así, la primera recomendación al respecto es Información, información e información sobre el médico que te va a operar y esto pasa primero por contrastar sus credenciales en el Colegio de Médicos al que pertenezca, según la ciudad en la que practique la medicina. Segundo, de vital importancia, que las sociedades profesionales de puedan acreditar bien su filiación a las mismas, bien su posesión del título de cirujano plástico, estético y reparador.
Una vez que nos hemos informado por vías profesionales, no por redes sociales o por foros, en los que no se puede contrastar la procedencia ni la veracidad de la información, es imprescindible acudir a una primera cita con el profesional. En este primer encuentro hay que preguntar todo sobre la operación y escuchar.
- La primera cita con el cirujano plástico, imprescindible
En este punto es bueno llevar un papel con las dudas apuntadas y dejarse guiar por el médico. También, hacerle caso si éste desaconseja algún tipo de intervención por suponer cualquier riesgo para la paciente.
Por ejemplo existen profesionales más conservadores que otros, siempre hablando dentro de los límites de la seguridad del paciente. Nuestra preferencia es la de no realizar operaciones combinadas (aumento de pecho y liposucción post parto, por ejemplo), con el fin de evitar estancias prolongadas en el quirófano.
No se le debe tener miedo a la cirugía estética, pero tampoco se le debe perder el respeto, ya que no deja de ser una intervención quirúrgica realizada bajo anestesia.
- No existen las minicirugías
Otro asunto sobre el que los pacientes deben estar informados es sobre la conveniencia de que algunas cirugías estéticas consideradas menores como la blefaroplastia (corrección de la mirada) o la otoplastia, que cambia el tamaño y la forma de las orejas, se realicen también en un hospital bajo los protocolos adecuados.
No somos partidarios de realizarlas en la clínica, pese a su sencillez, ya que, rebajando la entidad de los procesos quirúrgicos se puede ganar tiempo y ahorrar dinero, pero se pueden perjudicar el resultado y la seguridad del paciente.
- Respetar los procesos postoperatorios
También se rebaja la entidad de algunos procesos postoperatorios limitando su duración o la vigilancia de los pacientes. Hay clínicas que envían a las pacientes a casa tras una cirugía de mamas, pero lo más seguro es siempre que pase una noche bajo vigilancia en el hospital.
- No confundir medicina estética con cirugía estética
Otro problema con el que la Opinión Pública se puede confundir a la hora de enfrentarse a una operación estética es la línea difusa que en algunos medios de comunicación y en las redes sociales separa los tratamientos de medicina estética, es decir, los que llevan a cabo en las clínicas, como los inyectables de botox, por ejemplo, de una intervención como la liposucción o la abdominoplastia, en la que el paciente está sedado y requiere de cuidados pre y postoperatorios.
- No tratar de imitar a los famosos
Por último, la asociación de los famosos a la cirugía estética crea no pocos problemas de imitación. Se aspira a ser y a estar como este cantante o esa actriz, que han invertido mucho tiempo y mucho dinero en su cuerpo. Es en este punto donde puede aparecer alguien que ofrece el mismo resultado por menos dinero, y, sobre todo, con menos medios.
La cirugía estética es un acto médico, no es un producto de consumo, y, por lo tanto, debe realizarse bajo parámetros estrictos de salud, no de negocio. Como tal, debe poder ofrecerse de forma segura a los pacientes, evitando el intrusismo y la mala praxis.