Mandíbula, pómulos y arrugas de la boca, claves del rejuvenecimiento facial femenino

Seguro que habéis leído en muchos artículos y noticias acerca del proceso de envejecimiento y sobre la edad en la que el paso de los años comienza a hacerse patente en nuestro exterior. La realidad es que el envejecimiento no es un proceso similar en todas las personas y hay múltiples factores que concurren al respecto. Hoy en día se valoran mucho no sólo los aspectos genéticos, la herencia de nuestros mayores, sino el estilo de vida, y, en este sentido, lo que hacemos con nuestro cuerpo, cómo le cuidamos y le tratamos influye muchísimo.

 

Hablamos aquí del deporte, la alimentación, el sueño y de los entornos en los que vivimos, con una buena o mala asistencia hospitalaria y unos niveles de estrés controlados. Y luego influye el tiempo que cada uno dediquemos a los cuidados tópicos, esto es, hidratación, la exfoliación, la aplicación de mascarillas o los tratamientos estéticos.

 

Pero, aun así, los tejidos envejecen porque pierden colágeno y elastina, lo que los mantiene firmes y unidos, y por eso se percibe en la flacidez en la cara y en otras partes del cuerpo.

 

En la mujer, el envejecimiento del rostro se marca más en tres áreas: la mandíbula, que pierde definición, los pómulos, que se desdibujan y la aparición de las arrugas, siendo las peribucales las que más se notan y molestan estéticamente a la mujer.

 

El lifting facial es el procedimiento indicado para redefinir todos los rasgos del rostro, entendiéndose el término lifting como reposicionamiento de los tejidos. Lo que hacemos en el quirófano es devolverlos a su lugar, no estirarlos, como se piensa. Cuando el lifting se nota porque una cara está estirada está mal hecho. La cirugía estética debe pasar desapercibida lo máximo posible.

 

Con el lifting se devuelve la firmeza a la línea del contorno mandibular. Luego, la bichectomía lucha también contra la pérdida de definición, pero en este caso del área entre los pómulos y la mandíbula, los llamados mofletes.

 

Esta intervención consiste en la retirada de las conocidas como bolas de bichat, que no son otra cosa que acúmulos grasos que se extraen mediante un abordaje intrabucal.

 

Para marcar los pómulos, una parte importantísima de la anatomía, recomendamos el injerto graso. Es una infiltración de grasa propia de la paciente, con lo cual resulta totalmente compatible y no sólo rellena, sino que también regenera. Es natural, sencillo de realizar, más seguro que una cirugía, más duradero y también resulta más económico que una operación.

 

Para rostros más jóvenes, lo indicado es el ácido hialurónico, que aporta volumen e hidrata, pero, como se sabe, necesita de reposición aproximada cada seis meses.

 

Las arrugas de la boca, por último, las que aparecen sobre el labio superior son un verdadero tormento para algunas mujeres. Son arrugas de expresión, pero se marcan mucho y están una parte muy visible. El plasma rico en plaquetas es una muy buena solución porque disimula y regenera. Una inyección aporta tersura, firmeza y, en definitiva, una boca mucho más joven.