- Viernes, 16 de julio del 2021
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- Publicado por: Moisés Martín Anaya
Las mamas tuberosas se denominan así, precisamente, por su forma de tubo. Se trata de una asimetría que se produce en el desarrollo del pecho durante la adolescencia y que, de llegar a un grado máximo, puede constituirse un motivo de complejo femenino y de merma importante de la autoestima.
No nos encontramos ante un problema exclusivo de asimetría mamaria ( tener dos pechos de tamaño y/ o forma diferente), que también lo es, puesto que una mama es diferente a la otra, sino ante un diagnóstico que afecta a otros elementos: a la areola, que aparece con unas proporciones anormales, y a la morfología del propio seno, de forma alargada y, por último, a una dureza en la parte inferior, puesto que, debido al peso, la glándula mamaria se hernia.
Ambos pechos suelen estar bastante separados y el afectado por tuberosidad puede presentar diferentes grados, de mayor a menor.
En el primero notamos que la aerola se destaca algo más en un pecho que en el otro. Puede también encontrarse desviada abajo y hacia adentro. En el segundo ambas areolas miran hacia arriba, mientras que en el tercero es en el que más se aprecia el desarrollo anormal: ambos pechos tienen una base estrecha, forma de tubo y los senos se encuentran atrofiados en la mayoría de los casos.
Afortunadamente la incidencia de cada caso es en orden descendente, de menor a mayor.
Los cirujanos encontramos menos casos de tuberosidad severa, que realmente supone un estigma para las jóvenes, a las que, además, nos vemos en la obligación profesional de recomendarles que esperen a que los senos terminen de desarrollarse para proceder a la intervención quirúrgica. Hemos comentado en repetidas ocasiones que no es hasta los dieciséis años cuando el desarrollo hormonal nos recomienda proceder.
La base de esta intervención quirúrgica es la remodelación de la glándula mamaria, a la que se añaden los tradicionales implantes. De esta manera se consigue rectificar el crecimiento anormal, dar volumen y proyección al pecho. En algunas ocasiones, no es muy habitual, se realiza una mastopexia, una elevación de mamas.
A la operación convencional, que ofrece unos resultados muy satisfactorios, han venido a unirse las modernas aportaciones de la medicina estética. En este caso son los implantes de grasa del propio paciente, extraídos de otras partes de su cuerpo mediante liposucción, los que se emplean para dar volumen en la base.
El postoperatorio es el mismo que el de una intervención de aumento de senos, con sus consultas de control. A las dos semanas la paciente puede estar realizando su vida normal en términos absolutos.